domingo, 16 de diciembre de 2007

Reflexiones en un estado de máxima sensibilidad persuasiva



(Persuasiva en cuanto a colores, sabores, movimientos, sonidos, arranques tenebrosos y soledad psicológica)

Yo veía el sentido de la mosca.

La radiación resplandeciente absorbida por una sola ola de tristeza pura y agonizante.

Siento como si algo entrara en mi cerebro, una mano, que no es una mano común y corriente.

No es la mano de Iggy Pop que succiona mis oídos: "Candy, candy , candy I cant let you go All my life youre haunting me I loved you so..."

Las frenadas del metro actúan como aspiradoras, entre mis entrañas, mis nervios. Creo que hablo inglés.

Un parque de diversiones, ¡Señoras y señores!, el metro se ha convertido en un tagadá, un tagadá sin saltos, me movía en él de acuerdo a las direcciones del poder del viento.

Esto se llama: "Simón Bolívar atrofiado" Línea 4.

Hay una mosca en el metro, pero esta es (lo sé), una mosca real. Hay ratas por todas partes. Hay vaginas podridas de mujeres decrepitas, gordas y viejas, vaginas, vaginas podridas, moradas y con pelo. Me pregunto cuando mi vagina se convertirá en eso. Hay partes del cuerpo humano falsas, hay grasitud en la cara.

La actuación hueca en un teatro mundial.

1 comentario:

juan carlos vergara dijo...

la mosca real, es el principio de la gran obra, al desaparacer el cuerpo es la mosca quien lo come, la putrefacción reduce la materia a su primera condición, luego esta se hierve, se condensa: es transformada en semilla, la semilla se transporta en el pico del cuervo, el pico del cuervo es un vector en el tiempo que sucede al vuelo del águila, el aguila come al león, el leon es lo terrestre y probablemente las moscas sean ángeles.