lunes, 26 de febrero de 2007

Micro local - Metro - Micro troncal

Cuando la vida de adulto se vuelve apresurada todo tiene más importancia. El tiempo como consecuencia grave de un asunto mental y físico agotador.
Vivencias de una pendeja casi-adulta, en versiones arcaícas de lo que es el tiempo. Por que como consecuencia de todo lo imaginado, vivido y soñado, puedo decir que la vida se basa en un momento, tal cual: el tiempo vuela cuando se hacen y se piensan tantas cosas, la conclusión es: mientras más adulto eres, más rápido pasa el tiempo, pues más se piensa y más cosas se hacen.
Es una locura pensar eso, más cuando vas en la micro y te tocan hacer estos extraños transbordos que solo hacen perder más tiempo. Pero el metro es algo diferente, muy diferente, puedes sentarte en el piso -aunque lo prohiban- puedes ir tan rápido y a la vez, leer en algunas estaciones algún dato interesante.
Solo es esa... esa gente, que mira sin voluntad propia, que piensa en cosas triviales y domésticas. Siento que puedo sentirlo.
Felicidad o tristeza como un sentimiento cumplido e indefenso.
Ahora podremos vivir en una ciudad lenta y sin contaminación de parte de esas ex micros asesinas -como lo decían los Fiskales AD-HOK- y tal vez las sonrisas sean falsa hipocrecía, pero volverán y no en un sentimiento cien por ciento comunista, no hablo de alamedas anchas, hablo de un cumplido que nos ataca directamente a todos, nos afecta en demacia y no todos se dan cuenta.
Es lo mismo en las noticias a las nueve de la noche y luego en "El tiempo", se da importancia a temperaturas y regiones principales.
El egoísmo crece, la vida se nos acaba siempre y nunca para.

viernes, 16 de febrero de 2007

La vieja culiá de la peluquería.

El blog y el nombre de este fué motivado por una vieja de mierda que entró ayer a la tienda en donde trabajo.
En realidad no es una peluquería por que no cortamos el pelo, no hacemos peinados ni esas cosas. Pegamos extensiones de cabello.
La demanda de esto es muy grande, todas las lolas semiricas-ricas-lolas/viejas del barrio alto andan con la última moda: extensiones en su cabello. Algunas con cinco, otras con cien.
Yo trabajo part-time, no tengo gastos, no tengo que pagar agua, ni luz, ni gas, ni comprar comida, en realidad no sé bien por que trabajo, tal vez para matar el tiempo, la soledad que recae, la mirada al otro mundo, donde todos son tan felizmente tristes. En donde todo es superfuo y absurdo, desproporcionado a las realidades que podemos estar viviendo, que podemos estar pensando o simplemente viendo al prender la televisión, al leer un diario en el papel o en la pantalla del computador. Ahora todos tienen axceso a todo, al infierno y al cielo, se puede comprar, claro, la puerta al infinito, como guste su fineza o su paladar, con visa, mastercard, magna, todas las tarjetas bancarias, y mira tú, ahora hasta con presto y ripley. Ármate una vida con todas estas facilidades. Por que son fácilidades, podemos ejercer sin exigir, sin sacrificarnos de una forma más humana que no sea nuestra propia economía. Todo se desproporcionó, ya no se vive por un bien común, se vive para producir, prestar y ganar y no dudo - en un futuro no muy lejano - que todo esto se transforme en una historia a lo "Un mundo feliz" de Huxley.
Me desvío muy rápidamente, lo siento, es mi primera publicación aquí, el tema era la vieja de puta madre, la vieja culiá de la peluquería.
Estando a cargo de la administración también es mi deber estar a cargo de la postura de extensiones y la atención al cliente. Cerramos a las nueve, ya limpiando, haciendo cierre del termino, llega como veinte para las nueve esta señora; rubia, alta, plasti-pechugona, un gran culo, una cintura mínima, regia la hueona, pero vieja la culiá.
Llegó con prepotencia - no voy a decir que fué arrogante "como tooodas" las cuicas, por que despúes de todo, no todas son así - , se sentó y me explicó su malestar de muy mala manera. Se le habían caído unos pelos, un par de mechas que estaban mal pegadas, la garantía de diez días permite pegar las mechas pero solo, cuando es el mismo pelo. Esta tipa quería que yo le pusiera pelo nuevo a su mecha, yo le expliqué que no podía hacer eso. El tono de su voz no era muy agradable por lo cual yo no le contesté con una graaaan sonrisa ni con un tono angelical. Esta señora no andaba sola, venía acompañada de una niña, una lola, de más menos unos 17 o 18 años -calculo yo-.
Yo le explico sobre pelos y cosas que ya sé, por algo trabajo allí, por algo hago eso a veces - cuando no voy al colegio -, ella repondió: "¡Si lo sé, si no soy hueona!", yo con mi compañera preferimos ahorranos comentarios sobre aquello. Solo seguimos el diálogo estándar que se puede llevar a cabo entre un vendedor y un cliente - el cliente siempre tiene la razón y todas esas cosas - aunque no siempre la tengan, que sucede la mayoría de veces.
Casi al final de toda la estresante charla con la tipa esta, salta su acompañante y me pregunta si yo siempre trato así a mis clientas, yo le dije con una amable sonrisa: "Y como se supone que yo estoy tratando a mi clienta?", ella me respondío:"Así, tan MALDEDUCADA".

Yo al final no entiendo mucho a la gente, nunca la he sabido comprender del todo, por eso me cuesta mucho lidiar con todo esto del Transantiago, del verano y la gente en masa. Siento como si todo lo que pensaran recayera en mi. No son una resentida social, solo soy una chica de dieciseis años buscando la paz en mi alma y en mi vida en general, aunque cueste, aunque se cometan muchos errores en el camino. Quedan huellas, aprendo a enfrentarlas o borralas.
Soy una tipa de clase media, que va al colegio y trabaja para sustentar los vicios, que lee y trata de captar los clímax exactos de cada día, para así volver la vida un poco más tolerable y/o agradable. Para poder disfrutar, sonreír y poder decir: Carpe Diem.

En última instancia esta señora se levantó y al salir dijo: "hasta luego, gracias" - en un tono más menos irónico -, ni yo ni mi compañera le repondimos - esto estuvo mal, deberíamos haberlo echo- y ella dijo que eramos unas maleducadas - lo reiteró pero en plural- yo no le repondí, mi compañera si.
Es verdad que una a veces quiere ser dueña del mundo, o tal vés solo de un local de peluquería o ropa o lo que sea, para poder mover las piezas a tu favor y de acuerdo a tu propio criterio, es por eso que no se puede reaccionar siempre como una quiere, siempre siguiendo estereotipos, viviendo en sociedad, por muy detestable que parezca es la realidad de muchas personas y muchos trabajadores de este país.
Es por eso que ayer por la noche decidí que nunca voy a forjarme en eso, por que no quiero morir callada.
Valoro y admiro profundamente a las personas que trabajan toda su vida de esta manera, pues ellos no son los empleados, ellos si que son los dueños del mundo.


"Muchas personas están demasiado educadas para hablar con la boca llena, pero no les preocupa hacerlo con la cabeza hueca".
Orson Welles


Bienvenidos, buenas noches.