lunes, 14 de mayo de 2007

The little party

Ya puedo matricular sentimientos en las mejores universidades del país - o en las peores- ; ¡pero que importa! (te dicen todos), tienes que tener el talento necesario, si lo haces bien, serás el mejor.
¿Y que pasó con los sueños de antaño?, ¿qué pasó con los viajes por el mundo?. Es cuando ya los unicornios y las hadas se habían desvanecido, pues los sueños se volvieron maduros y oportunos para una edad adecuada y soñadora. Expiró el interés personal, culminaron los bienes futuros, esos que mantenían el alma en un completo éxtasis fulminante (tan asesino, que prohibía ideas relacionadas con la reponsabilidad). Sólo era volar. Lánzarse, inspirarse en lo tangible -y por que no en lo intagible-, pero siempre con la sonrisa del materialismo filosófico.
Ahora la imagen es diferente, existe un consuelo casi mágico, que poetas y locos llamarían amor. Amor del recargado.
Y libros por montones.

Siempre me ví cruzando lo prohibido. Más ahora, lo veo tan lejano, tan sueño pre-sueño.

Me siento como recién naciendo.